Esta obra representa al personaje de la mitología griega. Narciso era un joven con una apariencia bella, hermosa y llamativa. Todos los hombres y mujeres quedaban enamorados de él, pero este los rechazaba. Para castigarlo por su engreimiento, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de separarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.
Se conocen dos obras más de Macció referidas a este personaje. Ésta posiblemente haya sido expuesta en la muestra individual del artista en Galería Rubbers, en 1979.
Nació en Buenos Aires en 1931. A los 14 años comenzó a trabajar con éxito en una agencia publicitaria. Autodidacta en la pintura, realizó su primera exposición en 1956 a los 25 años, con una fuerte tendencia surrealista que lo llevó a formar parte del grupo Boa, que defendía la continuidad de los postulados surrealistas, como el “automatismo gestual”. Por este camino Macció se acerca al arte informalista y a fines de 1961 junto a Ernesto Deira, Luis Felipe Noé, y Jorge de la Vega inician el movimiento Otra Figuración. La pintura se traduce en un tratamiento informal casi abstracto, utilización de materiales atípicos, collage; la ruptura de esquemas previos; nuevas técnicas y la eliminación de la pura representación de la realidad.
Falleció el 11 de marzo de 2016.